Desde que murió mi padre desnucado en un accidente casero al
resbalar en la bañera, todos pensábamos que a mi madre se le había ido de las
manos su preocupación por la seguridad.
Cambió el viejo Renault por un moderno BMW, con tantos
airbags que, de saltar a la vez, transformarían el vehículo en un dirigible.
Forró, literalmente, todos los muebles de la casa con corchopán, conforme a la
normativa que indica el estado para crear parques infantiles. Y siempre,
siempre, lleva consigo un enorme bolso repleto de material sanitario.
De un tiempo a esta parte, está cambiando el concepto que
tenemos de ella. El otro día, en el pasillo de los congelados del centro
comercial, un anónimo jubilado habría muerto de no ser por su rápida
intervención y el desfibrilador que instaló en su bolsiquín.
5 comentarios:
Este micro está lleno de pequeños tesoros. Mercromimamá es una maravilla (últimamente tus títulos son espectaculares), y el bolsiquín no tiene precio. Ese BMW convertido en dirigible, muy visual. Parece una exageración pero cuando a una madre se le mete algo en la cabeza, todo es poco. Un saludo.
jajajaja, buenismo!!!!! la historia y la forma de contarlo.
Un abrazo!
Me ha encantado Alberto. Las madres pecamos de exageradas. Pero hay cosas que ni con todas las precauciones del mundo podemos evitar...
Besos desde el aire
Me gusta mucho el título y la forma en que lo has escrito es muy visual.
Besitos
jejej. Ha sido un poco exagerado, pero es mi forma particular de ver a esas madres que ven el peligro antes siquiera de dar un paso.
Un saludo.
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