miércoles, 21 de diciembre de 2011

Rojo rubí


La muchacha serpentea por el áureo camino dando pequeños saltos al ritmo de la canción que entona, cuando tres grotescos personajes le salen al paso desde el interior de unos matorrales interponiéndose en su camino y, sin mediar palabra, se abalanzan sobre ella. Durante el forcejeo, uno de ellos la golpea en plena cara con su pesado puño, hundiéndole la nariz y dejándola caer inconsciente al suelo.
El más alto y desgarbado se arranca de su propio brazo una ramita: un tallo hueco de maíz, atraviesa el ojo de la chica con uno de sus extremos, posa sus secos y correosos labios en el otro y comienza a succionar el contenido del cráneo.
A su vez, el hombre de las manos oxidadas arranca del pecho de la niña jirones de encaje y carne dejando al aire los huesos, desliza sus fríos dedos entre las costillas intentando acceder al interior del torso.
El tercer individuo, de larga melena, permanece impasible ante la escena dando ávida cuenta del perro que acompañaba a la niña. Al fin y al cabo no es más grande que los ratones de los que suele alimentarse.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

4 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

No te lo perdono, de verdad que no.
Acabo de desayunar!!!!!!!!

Mar Horno dijo...

Me he quedado fría Alberto. Excelente versión del cuento. Impresiona mucho, es muy realista, la escena se desarrolla con crueldad como si los lectores hubieramos estado allí. Horrorizada me voy. Maravillosamente contado. Enhorabuena. Un saludo.

Elysa dijo...

¡Jolín...! Vaya revisión te acabas de marcar con la pobre Dorothy y El mago de Oz, pero en sangriento y encima tan visual, pero mucho.


Besitos

Rosa dijo...

Wowwwwwwwwwww!!! Qué sangriento. Me encanta.

Te deseo unos días llenos de besos y sonrisas...

Besos desde el aire